La mañana del pasado Miércoles 30 de noviembre, Ricardo Lagos hablaba frente a los medios sobre la pronta inauguración de la línea 4 del metro, sobre como la modernidad se apoderaba de nuestro país, y de los grandes avances realizado en vialidad en su periodo presidencial.
Cuatro días antes, 33 personas morían en el Lago Maihue. Una serie de negligencias evitables les robo la vida abruptamente. Esas personas no conocían el desarrollo en cuestión, vivían de forma poco digna, sin lugar a dudas estaban al margen.
Tal como se habla mucho de la doble personalidad del chilena, esa que se manifiesta en nuestra tendencia a los extremos, en siempre tener dos posturas para todo orden de cosas, en padecer de un gran doble estándar, nuestro país goza de la misma fortuna.
Vivimos en un Chile de dos caras, una que nos llena de orgullo, y la exponemos hacia fuera diciendo que avanzamos a pasos agigantados, que tenemos una economía privilegiada, que somos la gran envidia de la región.
Pero tenemos un Chile olvidado, que lo intentamos esconder, que nos recuerda día a día lo mal que hemos enfocado nuestra evolución.
Localidades como Maihue existen muchas, gente que no vive en condiciones poco dignas para un ser humano, personas olvidadas por un sistema que pensó que el desarrollo físico era más importante que el desarrollo humano.
Toda sociedad para evolucionar necesita sustentarse en una fuerte base humana. Invertir en educación, trabajo, salud, vivienda, a la larga nos dará un desarrollo cívico que tarde o temprano deriva en uno estructural. Es lo primero, es la letra A de la evolución como país.
Bueno, nuestros gobiernos (o sea, todos nosotros) han partido al revés, comenzaron su alfabeto con la letra M, pensando que así llegaríamos a la A en algún minuto. ¿Sirve de algo?
Creo que en nuestra idiosincrática fascinación por figurar nos empeñamos en el frontis de la casa, invertimos en la pintura más cara, compramos la mejor madera, el mármol más caro, el portón más moderno, todo lo necesario para que quien la vea se maraville con la belleza de la fachada, pero olvidamos que una morada sin comida, luz, gas, teléfono y agua no funciona, se vuelve un lugar incómodo para vivir, y se vuelvo sólo en eso, en una linda fachada.
Casos como el de Maihue, nos recuerdan fuertemente nuestro errores, nuestra falta de visión. Casos como estos nos muestran violentamente un Chile que no debería existir, pero está ahí y lo queremos esconder, casos como el de estas 33 personas que perdieron la vida nos da muestra de lo mal enfocado que esta nuestro desarrollo, donde es más importante tener lindos caminos, que condiciones dignas para quienes los usan.
Va a llegar un día donde ya no vamos a tener la necesidad de tocar estos temas, falta mucho lamentablemente, más de lo que quisiéramos esperar.

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