Estimados amigos, en esta oportunidad volveré bien atrás en mi pasado mental dado lo recurrente de este tipo de fenómeno, que de tanto en tanto sucede en nuestro país. Me refiero a los terremotos, y en especial al del año 1985.
Tuve que hacer un gran esfuerzo adentrándome a los rincones más oscuros y polvorientos de mi mente, es decir mi memoria me ha hecho recordar aquella “movida” tarde del Domingo 3 Marzo de 1985. Yo soy el Shock, y este es mi rincón mental.
Muchos de mi generación de vez en cuando nos preguntamos ya sea en carretes o cuando estábamos en el colegio en qué lugar nos encontrábamos el día del terremoto del `85, esta es mi historia.
Ese Domingo como era habitual en mi familia íbamos a misa en la mañana y en la tarde a casa de mis abuelos maternos, una enorme casa ubicada en la comuna de Providencia, en la cual yo a mis 8 años gozaba jugando con una numerosa colección de autos metálicos como los Matchbox o Majorette. Yo vivía en departamento, por lo que no era lo mismo jugar en un patio con árboles, piscina, etc.

Tipo 19:30, era la hora habitual de irnos y como en esa época de Marzo aún estaba claro, en ese instante el “ritual” de salida era despedirme de mis abuelos y de mi tío que vivían ahí y luego subirme al auto que estaba estacionado a mitad del terreno por lo que se debía ir en reversa unos 15 o 20 metros. Mi madre siempre abría la puerta de calle con mi abuelo y luego subía al auto.
Ese día, mientras mi padre y yo estábamos retrocediendo el auto un Subaru 600 (¿Se recuerdan esos chicos en que casi todos los modelos eran de color amarillo o plateado?), y llevábamos como unos 7 metros hacia atrás cuando veo a mi madre y luego a mi abuelo pasar con cara de espanto “corriendo” hacia el patio trasero de la casa y nadie decía nada. Por lo que atino a mirar hacia la entrada y no veo nada, luego me vuelvo hacia el frente del auto y veo algo que me quedo grabado en la mente, y era como todos los pastelones que habían en el camino que hace el auto se arremolinaban por decirlo de algún modo como si la tierra fuera una ola.
El reloj marcaba las 19:47, con un sismo que se hizo sentir desde la II a la IX regiones y una gradación de 7,7 en la escala de Richter.

Mi padre y yo logramos salir del auto, digo logramos por que con el vaivén del sismo las puertas uno las abría y se devolvían, en fin.
Luego nos fuimos a un árbol que había al lado de la piscina, era un enorme ciruelo y con la sorpresa de todo esto sólo atiné a rezar, imagino para que no se nos cayera un muro o algo parecido.
Otra cosa que tengo grabada en la mente era que en la piscina, que aún tenía agua, yo mantenía una lancha de juguete con su motor y todo, con un “ancla” que no era más que una piedra amarrada con una “pitilla”, la cual con el movimiento, al igual que una batea que tenía la piscina (la cual botaba bastante agua), hizo que terminara en el pasto.
Pasado el sismo, pasamos a reunirnos todos en la entrada de la cocina, y mientras hacíamos el recuento de los que estábamos… ahí alguien recordó a la… abuela!!! Que estaba postrada en cama desde que tengo memoria. Cuál sería la sorpresa que al ingresar a la casa adentro había una gran polvareda como si hubieran sacudido todas las cosas a la vez y detrás de eso estaba la pieza en que estaba ella y nos respondió “No se preocupen estoy bien, fue sólo un temblorcito…”. Claro, lo que no sabía yo era que ella había vivido hasta adulta en La Ligua, uno de los lugares con más movimientos sísmicos de Chile.
Esa noche mi padre y un amigo bombero fueron a mi casa a ver que era de esta… por recomendación de todos nos quedamos a dormir en casa de mis abuelos, dado que habían varias réplicas bastante fuertes.
Al día siguiente, como nunca, fui a recorrer el patio y cuanto lugar podía ver hacia fuera para ver qué había ocurrido. Una de las cosas que recuerdo era que estaba nublado. Muchos dicen que hay una conexión, entre los movimientos sísmicos y el clima, pero nadie ha encontrado el nexo científico.
Ese día se comenzó a hacer la campaña “Chile ayuda a Chile”, dirigida en pantalla por el animador de la época Don Francisco, ahí realmente vi la magnitud de los daños, la zona más afectada fue San Antonio, así como sus vecinos pueblos de Alhué, Melipilla y el no tan vecino Rengo.

El recuento arrojó el triste saldo de 177 muertos, 2.575 heridos y 979.792 damnificados, unas 142.489 viviendas fueron destruidas, registrándose además numerosos deslizamientos de tierra, rotura de pavimento con destrucción de la carretera Panamericana en varios puntos, caída de puentes y daños considerables en la infraestructura de los pueblos afectados, con interrupción prolongada de los servicios básicos.
Para fortuna de todos, el país demostró dos cosas que creo de vez en cuando es bueno recordarlas, una el enorme espíritu solidario y la otra, la capacidad de ponernos de pié ante un desastre de esas magnitudes.

Un afectuoso saludo a todos, desde aquí mi Rincón, el del Shock. Y tú ¿Dónde estabas ese día…?

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